El virus de la inmunodeficiencia felina se contagia a través del contacto con otro gato infectado. El virus se transmite comúnmente durante el apareamiento, a través de heridas causadas por mordidas asociadas a peleas, o a través de una madre infectada a sus crías.
SINTOIMAS:
Dado el lento actuar del virus, los gatos se pueden infectar con el virus de inmunodeficiencia felina sin mostrar síntomas de la enfermedad. Cuando los problemas de salud comienzan a aparecer, pueden convertirse en enfermedades persistentes o problemas intermitentes.
Los síntomas del virus de inmunodeficiencia felina no son específicos e incluyen fiebre, bajo nivel de actividad y apetito, enfermedades asociados a las encías (presentándose cono llagas en la boca), pérdida de peso y ganglios linfáticos inflamados.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO:
La infección por el virus de inmunodeficiencia felina suele ser diagnosticado por un veterinario utilizando un examen de sangre. No hay cura, pero los gatos infectados pueden vivir una vida larga y relativamente saludable con el cuidado adecuado en el hogar y el aumento de la atención veterinaria. Una vez que un gato infectado se enferma, el dueño de la mascota debe prestar mucha atención a incluso los cambios más sutiles en la salud y el comportamiento de la mascota. El tratamiento se centra normalmente en minimizar el impacto de la enfermedad en los animales domésticos y la prevención de la exposición a otros virus o bacterias. Esto se puede llevar a cabo manteniendo a los gatos infectados estrictamente dentro de casa, proporcionando una buena nutrición, eliminando fuentes de estrés y mediante la búsqueda de atención veterinaria inmediata a medida que surjan los problemas.